sábado, 5 de septiembre de 2009

EL COMIENZO DE UNA HISTORIA DE AMOR

     "La historia de Belén es un tema inagotable. En ella se oculta la "profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios" (Rom.11:33). Nos asombra el sacrificio realizado por el Salvador al trocar el trono del cielo por el pesebre, y la compañía de los ángeles que le adoraban por la de las bestias del establo. La presunción y el orgullo humanos quedan reprendidos en su presencia. Sin embargo, aquello no fué sino el comienzo de su maravillosa condescendencia. Habría sido una humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana, aun cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado.
     En el cielo, Satanás había odiado a  Cristo por la posición que ocupara en las cortes de Dios. Le odió aun más cuando se vió destronado. Odiaba a Aquel que se había comprometido a redimir a una raza de pecadores. Sin embargo, a ese mundo donde Satanás pretendía dominar, permitió Dios que bajase su Hijo, como niño impotente, sujeto a la debilidad humana. Le dejó arrostrar los peligros de la vida en común con toda alma humana, pelear la batalla como la debe pelear cada hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la pérdida eterna.
     El corazón del padre humano se conmueve por su hijo. Mientras mira el semblante de su hijito, tiembla al pensar en los peligros de la vida. Anhela escudarlo del poder de Satanás evitarle las tentaciones y los conflictos. Mas Dios entregó a su Hijo unigénito para que hiciese frente a un conflicto más acerbo y a un riesgo más espantoso, a fin de que la senda de la vida fuese asegurada para nuestros pequeñuelos. En esto consiste el amor. ¡Maravillaos, oh cielos! ¡Asómbrate, oh tierra!". EGW-DTG pág.32-33


     Es difícil entender el amor de Dios, es difícil enteder el amor de Jesús, sobre todo cuando lo comparamos con el tipo de amor que los humanos profesamos. Cualquier acto de amor nos parece "grande", "sublime", como si fueramos los únicos que podríamos haberlo hecho. Que grande nos parece nuestro corazón y que buenos nos sentimos... pero cuando comparo mis grandes "actos de amor" con los de Jesús, no me queda de otra que agachar la cabeza y reconocer que no es nada, que no te tengo de que gloriarme.
Tenemos mucho que agradecerle por venir a mostrarnos el camino que debemos seguir, me anima, me reconforta saber, que puedo obtener victorias en mi vida como las tuvo Jesús. El demostró que Satanás mentía cuando acusaba a Dios de exigir una fiel observancia a sus preceptos. También hoy encontramos, aún en las iglesias pastores y laicos que aseveran lo mismo que Satanás, ".... tú no puedes....", desgraciadamente no se dan cuenta a quién están rindiendo pleitesía. Jesús en su infinito amor vino a mostrarnos humildemente cómo andar ese camino, cómo obtener esas victorias sobre nuestro yo, y tenemos la seguridad, porque el venció con las mismas desventajas que tenemos y su victoria también es la nuestra.
Contemplando su vida, reflexionando sobre ella, asumiendo paso a paso con humildad sus enseñanzas, podremos obtener la victoria.