En la designación de los doce apóstoles hubieron dos muy llamativos por el sobrenombre que Jesús les puso, Jacobo, hijo se Zebedeo, y Juan hermano de Jacobo (a quienes puso por nombre Boanerges, que significa, hijos del trueno); (Marcos 3:17).
Ellen White los describe así en su libro "El Deseado de Todas las gentes"
Ellen White los describe así en su libro "El Deseado de Todas las gentes"
"Todos los discípulos tenían graves defectos cuando Jesús los llamó a su servicio. Aun Juan, quien vino a estar más íntimamente asociado con el manso y humilde Jesús, no era por naturaleza manso y sumiso. El y su hermano eran llamados “hijos del trueno.” Aun mientras andaba con Jesús, cualquier desprecio hecho a éste despertaba su indignación y espíritu combativo. En el discípulo amado, había mal genio, espíritu vengativo y de crítica. Era orgulloso y ambicionaba ocupar el primer puesto en el reino de Dios. Pero día tras día, en contraste con su propio espíritu violento, contempló la ternura y tolerancia de Jesús, y fué oyendo sus lecciones de humildad y paciencia. Abrió su corazón a la influencia divina y llegó a ser no solamente oidor sino hacedor de las obras del Salvador. Ocultó su personalidad en Cristo y aprendió a llevar el yugo y la carga de Cristo.
Jesus reprendía a sus discípulos. Los amonestaba y precavía; pero Juan y sus hermanos no le abandonaron; prefirieron quedar con Jesús a pesar de las reprensiones. El Salvador no se apartó de ellos por causa de sus debilidades y errores. Ellos continuaron compartiendo hasta el fin sus pruebas y aprendiendo las lecciones de su vida. Contemplando a Cristo, llegó a transformarse su carácter."
E.G.W. (El Deseado de todas las gentes, pág. 262)
Jesus reprendía a sus discípulos. Los amonestaba y precavía; pero Juan y sus hermanos no le abandonaron; prefirieron quedar con Jesús a pesar de las reprensiones. El Salvador no se apartó de ellos por causa de sus debilidades y errores. Ellos continuaron compartiendo hasta el fin sus pruebas y aprendiendo las lecciones de su vida. Contemplando a Cristo, llegó a transformarse su carácter."
E.G.W. (El Deseado de todas las gentes, pág. 262)
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