domingo, 3 de febrero de 2013

Lejos esté de mí gloriarme



    Contemplando al Redentor crucificado, comprenderemos más plenamente la magnitud y el significado del sacrificio hecho por la Majestad del cielo. El plan de la salvación queda glorificado delante de nosotros, y el pensamiento del Calvario despierta emociones vivas y sagradas en nuestro corazón. Habrá alabanza a Dios y al Cordero en nuestro corazón y en nuestros labios; porque el orgullo y la adoración al yo no pueden florecer en el alma que mantiene frescas en su memoria las escenas del Calvario. Los pensamientos del que contempla el amor sin par del Salvador, se elevarán, su corazón se purificará, su carácter se transformará. Saldrá a ser una luz para el mundo, a reflejar en cierto grado ese misterioso amor. Cuanto más contemplemos la Cruz, más plenamente adoptaremos el lenguaje del apóstol cuando dijo: "Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo." Gálatas 6:14   (E.G.W. El Deseado de todas las gentes, pág. 616)

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